Predicas para Jovenes

lunes, 17 de mayo de 2010

MEDITACION - ¿Qué das para la obra de Dios?

¿Qué das para la obra de Dios?

El templo estaba a rebosar. No faltó nadie aquella mañana de domingo. Como si se hubiesen puesto de acuerdo para llegar puntuales, a pesar de que el cielo nublado amenazaba lluvia.

Sobre un costado, la hermana Juana, que siempre desentonaba en los coros pero a quien se veía en su rostro, que estaba en plena adoración al Señor. Juan, el diácono que peleaba con los niños que no se concentraban en la prédica del pastor, sobre todo cuando él hablaba sobre Apocalipsis. Ah, y tampoco Dolores, la fiel creyente que generalmente llevaba la bolsa para pedir las ofrendas y, si tú no le dabas, se paraba junto a ti y sacudía el pequeño saco hasta que, por vergüenza, debías echar un billete dentro.

El ministro explicó que se requería un dinero para cancelar una deuda del templo. “Necesitamos hermanos su generosa colaboración”, dijo desde el púlpito y leyó un versículo bíblico. Todos asintieron con la cabeza, consciente de que era un compromiso moral y espiritual contribuir a saldar el crédito.

Juan José vio cómo echaban billetes en la talega. Y, muy a pesar suyo, no podía eludir el momento. Cerró sus ojos, levantó las manos al cielo y clamó, duro. Supuso que al verlo tan espiritual, nadie osaría molestarlo. Y, por supuesto, no daría un solo centavo. Pero su esposa lo golpeó suavemente con el codo en el costado. El gruñó y, de mala gana, sacó un dólar y lo depositó. Hubiera querido tener la oportunidad de sacar sólo unas monedas.

¿Cuál es tu ofrenda para el Reino?

Si hablamos de ofrendar para el Reino de Dios, me identifico con usted en un hecho: es lamentable que hoy día muchos se parapetan tras el evangelio para vivir muy bien mientras que los feligreses pasan necesidades. De acuerdo también que decenas quieren vivir de estar en un púlpito y no trabajar.

Pero, ¿cuál es tu ofrenda no para los vivos sino para quienes trabajan con auténtico corazón para extender las Buenas Nuevas de Salvación? ¿Eres de aquellos que rebuscas en tu bolsillo las monedas que te sobraron al pagar la tarifa del autobús, o de aquellos que han tomado conciencia sobre la necesidad de ser generosos.

En la Biblia hallamos un pasaje que le invito a considerar: “Y aconteció andando el tiempo, que Caín trajo del fruto de la tierra una ofrenda a Jehová. Y Abel trajo también de los primogénitos de sus ovejas de lo más gordo de ellos. Y miró Jehová con agrado a Abel y a su ofrenda; pero no miró con agrado a Caín y a la ofrenda suya. Y se ensañó Caín en gran manera, y decayó su semblante” (Génesis 4:3-5).

Dios sabe con qué ánimo estás ofrendando. Si lo haces de corazón o por compromiso. Pídele a Dios que quite de tu ser todo espíritu de tacañería y que te enseñe a honrarlo con tus aportes, con un solo fin: que el Evangelio se predique hasta en el último rincón de la tierra.

Autor: Pastor Fernando Alexis Jiménez
Ministerio: Heraldos de la Palabra

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